sábado, 26 de abril de 2014

La mejor novela: comentario sobre El arte de la ficción (II)

Henry James escribe en El arte de la ficción, en respuesta a la conferencia del mismo título de Walter Besant, que una novela tiene que ser interesante. E insiste en ello para distanciarse del punto de vista de Besant que afirma que la novela tiene que tener un interés humano.

En esta entrada me propongo mostrar en qué consiste una buena novela para estos dos escritores. Voy a destacar una cita de Besant, porque es reveladora de la idea que él tiene de la novela y porque lo que dice puede parecer chocante:

                               "en ficción carece de valor todo lo que es inventado"

Algún lector con una lógica implacable va a considerar que este enunciado es absurdo: si algo es ficción es que es inventado. Esta sentencia es importante, pues constituye la primera regla que Besant ofrece al aprendiz de novelista:



En el párrafo de la foto, así como en otros fragmentos, Besant afirma que una novela tiene la función de retratar caracteres humanos que el escritor ha observado de cerca. El interés humano queda claramente expuesto: el tema de la novela moderna es la amplísima variedad de temperamentos y hazañas humanos. No hay límites en ese terreno, desde lo más ruin hasta lo más noble, dice Besant, tiene que ser considerado por el novelista. La ficción consiste en crear personajes que no existen, pero que poseen los rasgos de carácter que todo ser humano con sentido común considera coherentes. Y todo lo que el lector no puede reconocer como una posibilidad real es invención, es decir, fantasía que no tiene interés humano.

El recorte que realiza Besant para la novela es importante. Nos quedamos sorprendidos pensando en cuentos sobrenaturales que nos han maravillado o preguntándonos si las aventuras de la nariz de Nicolai Gogol tienen algún interés ... humano.

El tono del ensayo de Henry James es amable: no está de acuerdo con Walter Besant pero sus comentarios muestran cierta simpatía, pues dice que Besant tiene las mejores intenciones. No obstante, hay una excepción: cuando Besant se refiere al carácter moral de la novela inglesa y alienta a los jóvenes escritores a seguir por esa senda. En el comentario de James a esta cuestión no hay un tono complaciente. Creo respetar el pensamiento de James si le resumo afirmando que considera los ingleses y sus escritores unos hipócritas. El inicio de la cita que aparece en la fotografía es: "En pocas palabras, hay una gran diferencia entre lo que la gente dice en



Esta cuestión no es anecdótica. La acusación de James de corrupción cuando la narración busca enlazar con algún propósito extraño a su modo de ser artístico nos da la idea de lo que entiende  por "novela", como obra y como actividad. Una novela no puede tener más de una finalidad, ser obra de arte y ser instructiva, cae en el peligro de convertirse en un manual o en el peor de los casos en un libro propagandístico. Al final de la cita, hay una declaración importante: el único propósito del escritor "es el de hacer una obra perfecta". A Henry James no le asusta la palabra "perfección", la emplea en más de una ocasión; además la realización de la obra perfecta es el argumento de algunos de sus relatos sobre el escritor y su mundo: en La figura en la alfombra, La lección del maestro, La Media Edad, entre otros, lo que persiguen los novelistas es la perfección.

Henry James compone la doble perspectiva: desde el punto de vista del escritor, la obra tiene que ser todo lo buena que puede ser, ansía escribir una obra a la que no le sobra ni le falta nada, una obra que desde el punto de vista del lector sea interesante. El propósito moral no entra en la perspectiva del autor: una novela es una obra de arte y el discurso sobre ella se hace con criterios artísticos. El novelista no elige su tema por su relevancia moral, la obra de arte no enfoca primariamente la instrucción o la ejemplaridad. El novelista no rechaza ningún tema de antemano; su tema o argumento, James no establece diferencia entre uno y otro, es seleccionado por la sensibilidad del artista.

Una buena novela, una novela de "bello estilo", estas expresiones le son extrañas a Henry James. Parece que nos dice: sólo hay novelas malas y novelas perfectas. La perfección no admite grados, una narración perfecta es una novela que no es posible mejorar; el novelista ha logrado escribir el relato exactamente como debía hacerlo y no hay fórmulas que se puedan dictar para conseguirlo.

La confección de una novela no responde a una técnica sin más; Walter Besant que propone un octálogo del novelista reconoce que al narrador no le puede faltar talento.  Aquí hay otro aspecto que parece chocante: Besant sitúa con precisión el lugar del talento: en la tercera ley donde nombra el "genio" imprescindible para realizar la mejor selección de todo el material disponible. Pero si consideramos que el genio o el talento es un don, entonces es difícil ubicarlo con precisión. Y esta circunstancia explica, en parte, el tono optimista de Besant: si se aplican las otras reglas con sumo cuidado es posible conseguir escribir una buena novela. El talento no se sabe a ciencia cierta si se tiene, pero la garantía que da Besant de que el seguimiento escrupuloso de las reglas permite obtener una buena novela, infunde seguramente un sentimiento de confianza al joven novelista.





En La lección del maestro, Henry James cuenta la historia de una elección. Un joven novelista quiere escribir y para alcanzar la obra perfecta un afamado escritor le recomienda que tome una decisión: dedicarse sólo a su obra o crear una familia. El novelista tiene que gozar de libertad en cuanto al tema, en la forma de tratarlo, en la extensión, en el estilo. Si quiere hacer con su idea lo mejor hay una condición necesaria: dedicarle el tiempo. El talento es también una condición necesaria pero no suficiente, la mejor novela que puede salir de "las manos" del escritor exige de él talento y plena dedicación. No hay más requisito de renunciar a todo con tal de gozar de la total libertad para escribir, Se trata de una decisión difícil que Henry James trata con irónica sutileza en La lección del maestro.

En la próxima entrada, tengo la intención de seguir con El arte de la ficción de Henry James y dedicar unas palabras a su concepción del talento.


miércoles, 16 de abril de 2014

Libertad y estilo: comentario sobre El arte de la ficción (I)

¿Por qué me parece antiguo el texto de Walter Besant y moderno el texto de Henry James?

El propósito de ambos ensayos, que tienen el mismo título El arte de la ficción, es diferente: Besant expone unas normas que le parecen evidentes para guiar al aprendiz de novelista y James expone en qué consiste una novela. Mientras que Besant ordena las reglas que sirven para confeccionar un buen relato, aporta su concepción de lo que es una novela, y mientras que James dice refutar una idea de Besant, ofrece unos consejos para escribir una obra literaria. 

James afirma que sólo va a criticar una única regla de Besant, la posibilidad de que se pueda decir cómo lograr una buena novela, pero al hacer esta única crítica está desautorizando gran parte de la conferencia que consiste sobre todo en ordenar las reglas que le parecen ser las leyes generales de la creación literaria.  Sin anunciarlo y sin ironía, Henry James va vaciando de sustancia los argumentos de Besant, al que trata respetuosamente como a un compañero de profesión, con un único argumento que puede considerarse el resumen de todos sus consejos: la completa libertad del escritor. 

En su alocución inicial y durante la exposición de las reglas, Walter Besant repite la idea de que la novela tiene un interés humano: el escritor debe conseguir la empatía del lector, su comprensión de todos los rasgos humanos mediante una descripción fiel a la realidad. La novela representa la vida de los hombres, dice Besant, y el escritor debe aprender a seleccionar los aspectos más llamativos para guiar al lector en la comprensión de lo humano.

Henry James no responde directamente a la cuestión del "interés humano", simplemente escribe que una novela tiene que ser interesante. E insiste en ese carácter: es la única condición ligada a la composición de una novela. Y el escritor tiene la necesidad y el privilegio de la libertad para lograr ese objetivo. No hay más prescripción que dar. El escritor puede escribir acerca de lo que le plazca, con el método que le parezca el mejor, con tal de que el resultado sea interesante.

Y Henry James aparece así moderno mientras que Walter Besant carga con unos términos con los que es fácil sentirse incómodo. Me refiero a conceptos como estilo, experiencia, realidad. El primero de éstos, James lo evita: "su manera es su secreto, un secreto no necesariamente deliberado"; con esta frase parece que James resuelve la cuestión del estilo. La manera de escribir es una cuestión de delicadeza, de gusto. Sobre el gusto hay tanta literatura como sobre el estilo y más aún la hay sobre la belleza. Pero la noción de "gusto", Henry James no la evita, ni la define, la afirma como un concepto imprescindible, significativo por sí mismo, sin miedo a caer en un relativismo del que habría que disculparse. 

Si alguien dice "esta novela me gusta", entonces está emitiendo un juicio apreciativo, y si añade las razones de su gusto esta haciendo una reflexión personal y estética. Pero si alguien dice "esta novela es bella", consideramos que es más que un simple juicio apreciativo, pensamos que está "sentenciando", es decir, que nos indica que la novela posee unos valores intrínsecos que la hacen ser bella y que todo el mundo debería considerarla así. Esos valores pueden responder a normas de composición, a criterios lingüísticos, a otras referencias estéticas, a una sintonía con nuestras capacidades cognitivas o a alguna finalidad moral.

El "estilo bello" suena anticuado al lector contemporáneo. Besant lo sitúa como colofón de sus leyes generales. Sus referencias al estilo bello son las siguientes:
1.-"Es casi imposible exagerar el valor de un trabajo cuidadoso, es decir, del estilo."
    2.- A propósito de las "grandes escenas de la ficción: ¡Cuánto de su efecto se debe al estilo, a las frases equilibradas, a las palabras mismas empleadas por el narrador!"
      3.- "Ya sé que existe el peligro de prestar demasiada atención al estilo, a expensas de la situación, cayendo así en la pedantería, en las modas y manierismos del momento."
        4.- "No hay estilo, por muy rudo que sea, que no pueda hacerse bello a base de atención y trabajo".
        El asunto es complicado, pues las nociones de estilo y de belleza van unidas en el texto y Besant no se extiende en la explicación. Pero lo que queda es una imagen del estilo como una cuestión de estilística lingüística; se trata para Besant de cuidar la expresión lingüística, de trabajarla para hallar los términos y su disposición idóneos. El autor repite en varias ocasiones la necesidad que tiene el aprendiz de ser cuidadoso, ésta parece ser lo más importante para Besant. La cita 4 resulta disonante con la cita 1, pues en ésta parece que el estilo es redacción cuidada y en la 4 desvincula la belleza del estilo; el estilo existe aun si no es cuidado; el estilo puede aparecer como un modo peculiar de escribir pero que está oculto todavía y que hay que trabajar para su mejor presentación.

        Es difícil exagerar la dificultad de definir el estilo. Es un término que se emplea hoy en día en muchos ámbitos, no sólo en las artes plásticas y en la arquitectura, sino que se le da una aplicación legítima a cualquier materia que incluye un modo personal de actuación. Por eso, me sorprende ya la prevención de Henry James, pues en su época la palabra tenía un uso más restringido. Si estilo es, para James, la manera personal de escribir o componer el relato, el estilo nace del sujeto, de su sensibilidad que es inteligencia, de su imaginación que está ligada a su inteligencia y a su sensibilidad; nace y es reflejo del carácter.

        En relación a este término y a otros quiero discurrir en otras entradas. Quizás convenga adelantar que con respecto al término "belleza", creo que Henry James evita las complicaciones y el concepto está ausente en su ensayo.










        lunes, 7 de abril de 2014

        Presentación de El arte de la ficción.

        La primera entrada de este blog va a servir de presentación. El asunto que he elegido sirve para comprender por donde van mis intereses: me gusta mucho leer relatos y siento la necesidad de leer filosofía para "dar cuerpo" a los pensamientos y sentimientos que me sugieren las historias noveladas.

        Hace algún tiempo he vuelto a la lectura de los relatos de Henry James que versan sobre el escritor y su mundo, y por esta vía he conocido un librito de 141 páginas que trata sobre la tarea y el arte de escribir relatos. Es muy entretenido incluso para los que no pretendemos ser novelistas. La edición que presento en la foto pertenece a la colección "Pequeños grandes ensayos", el nombre es encantador, y es Álvaro Uribe el director y el traductor del presente libro.





        El título del libro es el de la conferencia de Walter Besant que tuvo lugar el 25 de abril de 1884 en Royal Institution de Londres. La conferencia fue publicada en un folleto, y es obvio que a Henry James le interesó y estimuló para escribir sobre ella un artículo con el mismo título en el Longman´s Magazine en septiembre del mismo año. En la misma revista, a finales de 1884, entra en la discusión Robert Louis Stevenson con un artículo titulado "Una humilde amonestación", dirigida sobre todo a Henry James al que considera un maestro del arte de la novela.

        En las entradas siguientes, pretendo comentar algunos aspectos de los dos primeros escritos, y no porque el tercero no sea interesante, sino porque por ahora me resultan más jugosos los de Walter Besant y Henry James. El contenido de la conferencia de Besant tiene como plato fuerte unas reglas para el aprendiz de novelista y sobre éstas Henry James irá desglosando sus comentarios. Besant comienza con una defensa del arte de la ficción, con ello nos está indicando la posición en la que este se hallaba en el último tercio del s. XIX. El autor parece extrañado de que la pintura tenga un reconocimiento dentro de las Bellas Artes y que, sin embargo, la narrativa esté todavía solicitando ese status. Ese alegato me ha llamado la atención, pues muchos autores anteriores tales como Jane Austen, George Eliot, Charles Dickens y otros fueron reconocidos y brillantes novelistas. No obstante, Besant inicia su conferencia con una apología del arte de la escritura de ficción, parece que percibe todavía entre un sector cultivado de la sociedad inglesa que dedicarse a escribir relatos es una afición poco seria y más propia de soñadores que de personas prácticas. Posiblemente este sea un factor añadido para que Besant alabe la finalidad educadora, social y moral, de los relatos.

        Este último rasgo de la conferencia de Walter Besant, junto con otros, le da a su relato un aire antiguo. Henry James y Robert Louis Stevenson no reivindican un lugar en el mundo de las artes para la narrativa, ambos asumen naturalmente que ese discurso es un arte. El texto de Besant es bienintencionado, además de muy claro; está convencido de que hay leyes generales para el arte de la ficción y se aplica a exponerlas. Creo entender que una de las razones por las que Besant sostiene que existen esas leyes es porque considera que la escritura narrativa es una técnica a la que se añade estilo. Hay que adquirir el arte de la descripción, dice Besant y "el trazo de cada figura debe tener lineamientos claros" son dos de los preceptos, y termina con estos dos: que el relato tenga un "propósito moral" y que goce de "la belleza del estilo".

        No existen en los ensayos de James y de Stevenson la diferencia entre técnica y estilo; lo que escribe Henry James sugiere la negación de esa separación conceptual: lo que hay son escritores con talento y otros que no lo tienen. La técnica y el estilo se funden en el artista dotado de genio. Este es otro rasgo que da modernidad a los dos últimos ensayos y uno de los temas sobre el que me gustaría disertar en otra entrada.

        Para terminar, y con la excusa de que es lo primerito que escribo, quiero animar a todo aquel que me quiera sugerir alguna cosa, bien sea trivial o de importancia, que escriba un comentario, porque nunca se sabe lo que va a aguzar el ingenio.